miércoles, 26 de julio de 2017

Olimpiada Popular del 36

En motivo del 25 aniversario de Barcelona 92', me gustaría dedicar una entrada a otras Olimpiadas que tenían que tener también lugar en Barcelona hace 81 años, la Olimpiada Popular de 1936.

Jesse Owens en el podium después de haber ganado la medalla
de Salto de Longitud en Berlin 36'.
En 1931, antes del ascenso de Hitler al poder en Alemania, Berlín fue designada como ciudad anfitriona de la undécima edición de los Juegos Olímpicos de la era moderna; lo que nadie se esperaba era el cambio radical que iba a sufrir el panorama política 5 años después a la hora de celebrarse la competición. De hecho, un año antes de la cita olímpica Estados Unidos había intentado producir una serie de iniciativas para organizar un boicot, sin éxito, a los Juegos que se producirían en Berlín.
El régimen nazi intentó utilizar la competición como instrumento para comprobar en la práctica la teoría de superioridad racial de la raza aria delante de la comunidad internacional. Aunque sin éxito, a causa de la gesta del atleta norteamericano negro, Jesse Owens, que ganó cuatro medallas de oro. 
A pesar de todo, los Juegos Olímpicos de Berlin causaron mucho rechazo sobre todo dentro del movimiento antifascista y disidentes del régimen nazi a causa de su componente racista y la utilización de la competición como campaña política a su favor.

A raíz de estos acontecimientos, el movimiento del deporte popular catalán, con el apoyo de la Generalitat y de varias instituciones deportivas internacionales, organizó la Olimpiada Popular de Barcelona, que tenía como objetivo devolver el verdadero espíritu olímpico bajo el signo de la paz y la solidaridad de las naciones. La Olimpiada Popular del 36, que tenían que tener lugar entre el 19 y el 26 de julio, por lo tanto, tenía un componente totalmente antifascista, delante del auge del fascismo que estaba viviendo Europa.

El apoyo que recibió este acontecimiento vino sobre todo por parte de la izquierda, por lo tanto la
Cartel de la Olimpiada Popular de Barcelona 36'.
respuesta que recibieron por parte del resto de federaciones fue muy variada, entre las que permitieron la participación de sus atletas en la competición, hasta las que sancionaron o incluso prohibieron expresamente su participación. En total, participaron 10 federaciones internacionales, 8 españolas y 6 catalanas.
Las internacionales obreras también dieron su apoyo a la Olimpiada, aunque no la organizaron. Este fuerte apoyo por parte de la izquierda a la Olimpiada Popular recae en que significaba una buena oportunidad para mostrar una actitud de protesta del mundo obrero a los Juegos de Berlín. A pesar de todo, partidos minoritarios como el POUM, no contentos con la alianza entre socialistas y comunistas, consideraron que el deporte popular era igual que el burgués y se opusieron a la Olimpiada Popular.

Por la otra banda, la derecha no veía con buenos ojos la fuerte carga ideológica de la convocatoria. La división del espectro político español y europeo hizo que tanto los partidos y la prensa de derecha se opusieran a las Olimpiadas y favorecieran el punto de vista del fascismo europeo, atacando a los Juegos en Barcelona. El reproche más grande que recibieron dichos Juegos fue que se creyó que eran obra de comunistas y a parte, se aplicó la denominación de los Juegos como la "Olimpiada Judía Internacional". Los motivos que se dieron para darle la anterior denominación fueron la promesa de participación de la delegación palestina compuesta exclusivamente por deportistas judíos y otra de judíos emigrantes europeos, por la subvención francesa a los Juegos (el gobierno francés estaba presidido por Leon Blum, que fue criticado por "La Veu de Catalunya" por tener un nombre muy poco francés y características físicas bastante semitas) y por la participación de Josep Antoni Trabal, el presidente del Comité Organizador, en los actos de protesta europeos por el trato del gobierno alemán a los judíos. La última crítica que recibió la Olimpiada es que sería una competición de "segunda categoría", con poca participación de atletas ya que la mayoría habían ido a Berlín.

En total, se consiguieron 23 diputaciones, con la participación de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Suiza, la representación de los judíos emigrados, Euskadi, Galiza y Catalunya. En total se inscribieron 6000 personas, siendo la delegación extranjera más numerosa la francesa y entre los atletas también se encontraron mujeres. Cabe decir que las delegaciones que participaron podían hacerlo a tres bandas: nacional, regional y local. Hecho que permitió la participación de Argelia, del protectorado de Marruecos, de Palestina y de Orán y a la vez rompía con el estatalismo de los Juegos Olímpicos oficiales (debo remarcar que a pesar de todo los participantes eran europeos allí establecidos, no hubo participación de atletas árabes o amazigh). Aunque se puso fin al monopolio estatal con las delegaciones regionales y locales, la convocatoria de Barcelona siguió reforzando el carácter eurocéntrico de los Juegos oficiales. 

Finalmente, las Olimpiades Populars nunca llegaron a celebrarse a causa del estallido de la Guerra Civil justo el día previo de su apertura. Aún así la organización de estas Olimpiadas no fue en vano, muchísimos atletas populares que fueron sorprendidos por el inicio de la Guerra Civil en Barcelona se alistaron en las milicias para luchar contra la amenaza fascista. Fueron el embrión de lo que más tarde fueron las Brigadas Internacionales, los primeros extranjeros en las filas del ejército republicano.

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